Cuando era chica con mi abuelo teníamos un juego... él me apretujaba diciendo: "Nadie podrá soltarse del abrazo mortal de Frun-cun-clin-clin..."
Aaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaah.....!!!
Me encantaba gritar cuando me escapaba.
Era una idea tan simple como un papel que al doblarse abraza una nueva forma.
Que con la repetición va construyendo un juego y que con cada sorpresa profundiza el vínculo.
Efímero como un instante, el Origami invita a volar con las manos y la imaginación...
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